Per anni ci siamo sentiti dire che le elezioni si vincevano al centro, e forse per un po' di tempo è stato anche vero, con la sconfitta globale della sinistra e l'appiattimento di centrodestra e centrosinistra su un programma moderato e pro-mercato, in cui le differenze spesso sono state sui diritti civili e sul carisma della leadership piuttosto che sui programmi di governo.
Ma con la crisi tutto è cambiato, un pò ovunque. In America un presidente nero - ed inizialmente portatore di istanze fortemente progressiste, almeno per l'elettorato americano - è stato eletto, mentre i Repubblicani hanno mobilizzato il loro consenso attraverso una piattaforma dichiaratamente estremista. Ed in Europa sta succedendo la stessa cosa, in maniera ancora più evidente. In Grecia è sparita la sinistra moderata del PASOK e la sinistra radicale è in lotta per essere il primo partito. In Francia il governo Hollande - votato al primo turno da una maggioranza tutt'altro che schiacciate - è in seria difficoltà nei sondaggi, e sia sinistra che destra sono in forte ascesa. In Italia PD e PDL hanno perso insieme circa il 25% dei voti - con la conseguente ascesa del M5S, un movimento radical movimentista, quanto di più lontano dal centrismo si possa immaginare.
Ed in Spagna, come mostra l'articolo qui sotto, PP e PSOE sono ormai alla canna del gas: il primo paga un governo inutile ed inviso alla popolazione, mentre il PSOE non riesce nemmeno a capitalizzare dalla frana dei popolari. Da una parte la sinistra di Izquierda Unida, dall'altra il nazionalismo regionale fanno ormai la parte del leone.
La crisi economica è ormai diventata crisi di sistema, mentre ancora discutiamo sull'importanza dei conti in ordine.
Gobierno sin liderazgo ni apoyo
di Fernando Garea
da El Pais
La rueda de prensa posterior al
Consejo de Ministros del 26 de abril fue vista como el punto de no retorno del Gobierno de
Mariano Rajoy.
Como el momento en el que las expectativas que creó antes de las
elecciones de noviembre de 2011 se venían abajo al admitir, por ejemplo,
que no se crearía empleo en esta legislatura. Los 6,2 millones de
parados y esa imagen de rendición se concretan dos semanas después en un
desmoronamiento de la imagen del Gobierno y de su presidente, según el
sondeo de Metroscopia para EL PAÍS. El PP está en el 22,5% de estimación
de voto, es decir, casi en la mitad del 44,6% de
las últimas generales.
En caso de elecciones, parte de su electorado podría movilizarse, pero
ese 22,5% es el resumen del estado de ánimo del momento.
Ha perdido dos puntos en un mes y de su caída libre da cuenta que la tercera fuerza,
Izquierda Unida,
está a solo seis puntos de los populares. Gobiernan con mayoría
absoluta, en soledad y, según el sondeo, completamente alejados del
sentir ciudadano.
Todos los indicadores muestran que la imagen del Gobierno y de su
presidente se han derrumbado. No ha servido para frenar la caída la
comparecencia de Rajoy en el Congreso el miércoles, con apariencia de
discurso dirigido a los cuadros de su partido, más que a los españoles
faltos de liderazgo. Vendió con el entusiasmo del que es capaz su éxito
sobre la prima de riesgo, un dato intangible para los que sufren
recortes y desempleo. Los indicadores de rechazo global llegan a cifras
récord: el 80% tiene una impresión negativa del Gobierno; el 74% da por
hecho que improvisa; el 87% desconfía de Rajoy y el 77% desaprueba su
gestión.
Hay siete ministros que suspenden entre los votantes del PP y, pese
todo, el presidente valora positivamente la labor de los miembros de su
equipo y asegura que no tiene intención de cambiar a ninguno antes del
verano. El Gobierno está reducido a escombros como lo prueba que los
ciudadanos sean más críticos con el actual Gabinete de lo que fueron
nunca
con el último de José Luis Rodríguez Zapatero,
que acabó como acabó. Como Rajoy nunca ha sido un líder, la paz interna
acrítica se la daba su poder institucional y la abrumadora mayoría
absoluta, pero ahora la desesperanza ha empezado a abrir grietas entre
él y sectores ruidosos del partido que ven traicionados sus principios
sin resultados.
Esperanza Aguirre y otros barones regionales
no ocultan su disgusto por el incumplimiento masivo del programa y el
entierro de sus expectativas. Y la respuesta de Rajoy, para que todos
sepan que seguirá sin cambiar el paso, se asemeja a la inscripción de la
entrada del infierno de Dante: Que abandonen toda esperanza. La falta
de liderazgo hunde la impresión general sobre los principales partidos,
porque solo la mitad de los españoles dice que votaría y la tercera
fuerza política sería hoy la de la papeleta en blanco.
No hay amparo en el PSOE
porque Alfredo Pérez Rubalcaba
está en el punto en el que todos girarían la cabeza descreídos aunque
proclamara el establecimiento del paraíso terrenal en la tierra. Su
imagen se sigue deteriorando, a la espera de ver si aguanta un año más
en su travesía de redefinición ideológica y con el PSOE en una
estimación de voto del 20,2%, la más baja de su historia, a 2,3 puntos
del PP, pero con solo una ventaja de 3,8 puntos sobre IU.
La pregunta entre los dirigentes del PSOE es qué puede ocurrir en las
elecciones europeas de dentro de un año, cuando castigar a los dos
grandes partidos no tiene consecuencia en gobiernos concretos y hay una
circunscripción única que les perjudica. Dirigentes socialistas empiezan
a prepararse, si alguien no lo remedia, ante la posibilidad cierta de
ser la tercera fuerza política por primera vez.
UPyD se mantiene por encima del 13% con pequeños altibajos, es decir, casi triplica su último resultado.
En este páramo de liderazgo político, los ciudadanos lamentan la
ausencia de iniciativas de pacto de Estado frente a la crisis. Un 71%
desearía ese acuerdo y el 76% no distingue al atribuir responsabilidad
en la falta de iniciativa, pero mira especialmente a Rajoy como
culpable. El presidente ya dejó claro el miércoles en el Congreso que no
quiere ayuda. Intentará en breve un acercamiento a sindicatos y
patronal, pero prefiere refugiarse en el poder de su mayoría absoluta.
Ha renunciado al consenso político, ha abandonado el consenso ciudadano y
peligra su consenso interno.